sábado, agosto 29, 2009

El decálogo de un diseñador

Todo diseñador debería tener un decálogo que le permita ejercer su profesión de forma eficaz y eficiente. ¿De dónde se puede conseguir un buen decálogo?; simple: de la experiencia de trabajo.

Considero que armarlo es una tarea ardua porque cada uno de sus enunciados proviene de momentos y experiencias muchas veces problemáticas, que ponen a prueba la capacidad profesional de cada uno.

Yo lo vengo armando desde hace 3 años, momento en que me volví freelancer, y tengo hasta el momento sólo 2 enunciados, que surgieron de experiencias realmente fuertes laboralmente:

1) Nunca apurarse, y

2) Nunca agotar las reservas.

El primero proviene de malos resultados tras, por ejemplo, pasar un presupuesto sin pensar ni averiguar todos los detalles del proyecto, mandar a imprenta un trabajo sin revisarlo nuevamente o sin hacerlo ver con el cliente, confiar sólo en la palabra, entre otros muchos errores de relación con el cliente y de procedimientos.

El segundo surge de la falta de previsión en el ahorro, o de la utilización —para pagar deudas o darse gustos— de los fondos para el crecimiento de la empresa o para emergencias. Esto es un error grave porque el ahorro permite, además, tener un capital de trabajo para, por ejemplo, afrontar los costos de producción de los pedidos, realizar viajes de capacitación e, incluso, implementar tareas de fidelización de clientes, como pueden ser los regalos empresariales de fin de año.

Ambos enunciados valen oro a la hora de administrar una pequeña empresa, respetarlos puede hacer la diferencia entre progresar y mantenerse siempre en el mismo sitio, simplemente sobreviviendo.

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